domingo, 24 de junio de 2012

ARTICULO. “LA LIBERACIÓN FEMENINA…EL FRACASO DE LA FAMILIA Y LA FRUSTRACIÓN FINAL DE LA MUJER”

GONZÁLEZ FUENMAYOR, Mervy Enrique .Título de la publicación. Blog de Dr. Mervy Enrique González Fuenmayor, o los títulos de alguno de mis otros blogs Año. [En línea]. Puesto en línea el (12/04/2010). URL: http://mervyster.blogspot.com/..../ Consultado el dia (24/06/2012)



ARTICULO. “LA LIBERACIÓN FEMENINA…EL FRACASO DE LA FAMILIA Y LA FRUSTRACIÓN FINAL DE LA MUJER”



IMAGEN:LIBERACIÓN FEMENINA...LA ULTIMA FRONTERA

"LA NATURALEZA ES SABIA AL ESTABLECER IGUALDADES,SIMILITUDES Y DIFERENCIAS, ELLO TAMBIEN ES VÁLIDO PARA MUJERES Y HOMBRES".MEGF.(LUNES 12 ABRIL 2010).



ARTICULO. “LA LIBERACIÓN FEMENINA…EL FRACASO DE LA FAMILIA Y LA FRUSTRACIÓN FINAL DE LA MUJER”
POR PROF.DR. MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR.
MARACAIBO-ESTADO ZULIA-REPÚBLICA DE VENEZUELA-AMÉRICA DEL SUR.
REDACTADA Y PUBLICADA EN LA RED: LUNES 12 DE ABRIL DE 2010.

“La clásica proclama del feminismo rezaba: “Una mujer necesita un hombre lo mismo que un pez necesita una bicicleta”. La atractiva escritora Lori Gottlieb, madre soltera y antigua feminista, es de las muchas que desmienten tal aserto: “Cada mujer que conozco -no importa el éxito o la ambición que tenga, ni su seguridad emocional y financiera- siente pánico (...) si llega a los treinta y ve que aún no está casada”.

Glosando la aludida frase, sin obviar su incorrección política, Gottlieb insiste: “Pregunta a cualquier mujer soltera de cuarenta años qué es lo que más desea en la vida, y seguramente no te dirá que lo que quiere es un trabajo mejor, una cintura más estrecha o un apartamento más grande. Lo más seguro es que te diga que lo que de verdad quiere es un marido y, por extensión, un hijo”.

Gottlieb confiesa que “es precisamente el no haberme casado lo que me hizo concluir que casarse es la mejor opción”. En una reunión casual con mujeres casadas, Gottlieb dice que “escucho letanías de quejas sobre sus maridos y me siento muy segura en mi decisión de esperar al hombre perfecto, sólo para darme cuenta de que ninguna de ellas se cambiaría por mí ni por un segundo”. Gottlieb no es sino una más de “esas mujeres solitarias que descubren cuánto han perdido gracias al feminismo”, según expresión de Tessa Cunningham.


El éxito antes que el hogar

Hoy, cerca de una de cada cinco mujeres que ronda los cuarenta años no tiene ningún hijo, una proporción que dobla la estadística de 1976. Las encuestas muestran que un setenta por ciento de mujeres se arrepienten de no haberlo tenido, y la familia ideal sigue constando de dos o tres niños, pero cada vez son menos las personas que viven en este tipo de familia.

El problema, según el sociólogo David Brooks, es que “las mujeres tienen más opciones sobre el tipo de vida que quieren llevar, pero no tienen más opciones sobre cómo secuenciar su vida”. “Las mujeres”, explica Cunningham, “adoctrinadas en la idea de que los hombres llevan vidas mejores, terminan valorando el éxito y el estatus sobre el hogar”, de modo que la decisión de tener niños se pospone indefinidamente, por presión laboral impuesta o voluntaria.

En La mentira de la maternidad tardía, una madre tardía, India Knight, señala que “el número de mujeres que tienen hijos más allá de los cuarenta años se ha doblado en tan sólo una década”, para desde este punto comenzar una larga diatriba “contra quienes piensan que la fecundación in vitro es algo así como inyectarse bótox”.

Es un modelo de embarazo para el que Knight -que lo ha probado- tiene palabras durísimas por ser una bomba hormonal. Pero la escritora inglesa va más allá: “A las mujeres de nuestra generación, el movimiento feminista nos ha colado una enorme mentira: que lo puedes tener todo -trabajo, éxito, dinero, estatus- y, después de conseguirlo, ponerte a tener tantos niños como quieras”.


Bolsas bajo los ojos

Ante la reciente ola de famosas como Madonna, que optan por la maternidad solitaria y tardía, Knight reacciona con crudeza, “opuesta a la consideración de que ser una madre mayor es una ambición maravillosa y fácil de conseguir (...) Están rotas, porque levantarte tres veces cada noche no es lo mismo cuando tienes cuarenta y tres años que cuando tienes veinticinco. Así logras grandes bolsas bajo los ojos y maridos que se dan cuenta y se preguntan qué fue de la mujer con la que se casaron”.

Por otra parte, los sacrificios de la maternidad son más amargos “cuando has tenido diez o veinte años de tiempo extra sólo para ti misma, y de pronto tienes que optar por la entrega absoluta”. De su propia experiencia, Knight tiene un consejo sobre marido e hijos que irritará a algunas feministas: “No esperes”.

Al hacer que las mujeres adopten una hoja de ruta para la vida más adecuada a los ritmos masculinos, son muchos los matrimonios que lamentan no tener niños o tener menos de los que hubieran querido. Pero, más allá de la natalidad, la revolución sexual ha tenido consecuencias imprevistas.

Pasados los treinta años de edad, y tras años de relaciones mejorables, la escritora Laura Nolan se pregunta: “¿Dónde están los hombres?”. Cunningham le da la respuesta: “El feminismo ha posibilitado que la mujer elija grandes carreras laborales, pero le ha robado la oportunidad de asentarse, ya que no han podido encontrar ningún hombre lo suficientemente ´masculino´ para estar preparado para el compromiso. La sociedad ya no otorga valor a los hombres que toman su responsabilidad”.

Así, de vuelta a Nolan, “lo que hay es una auténtica avalancha de ´hombres-niño´, que está dejando con un pasmo tremendo a toda una generación de mujeres solteras, de treinta y tantos años, que son sus parejas naturales”.

¿Es todo culpa de los hombres? Un hombre, Bernard Chapin, no lo cree así. Chapin considera que el modelo de mujer que encarna el Nuevo Orden Femenino (grandes trabajadoras, independientes, autónomas, consumistas) repele a los hombres por ser un modelo materialista y poco sensible a sus necesidades o las virtudes masculinas: “Cada vez más, las chicas buscan una amiga en su novio”, se queja otro comentarista.

Pero para tanta sorprendente soledad femenina hay más razones: la amenaza que los hombres sienten ante las leyes divorcistas o el hecho de que la liberación sexual desalienta el matrimonio con una múltiple oferta de sexo sin compromiso que alienta una “cultura de la inmadurez”, según define George Will.

Al igualar el papel de los sexos, concluye la citada Tessa Cunningham, “nos arriesgamos a producir hombres egoístas, irresponsables e infieles. Tal vez ayuden con la colada, pero no por ello van a respetar a la mujer ni a mostrar más compromiso”.

Así, “el hombre que se enamoraba y que pensaba que, al encontrar a una chica estupenda, lo que había que hacer era casarse con ella, se ha convertido en alguien que sólo busca un poco de diversión, y que afronta con enorme incomodidad cualquier relación de la que no pueda librarse con un sms”, dice la joven Nolan “ .( Tomado de: Tomado de “La liberación no es lo que prometía. Muchas mujeres descubren cuánto han perdido con el feminismo “.Autor: Ignacio Payró | Fuente: albadigital.es., catholic.net.)

En orden a lo anterior y centrando la atención a las relaciones conyugales y de los hijos cabe adicionar:

“Sabia es la palabra del señor pues al evitar ese disgusto entre cónyuges , al tiempo que se le da privilegio al amor antes que cualquier otra emoción o sentimiento dentro del nexo conyugal, se impide igualmente del desequilibrio de la relaciones entre el hombre y la mujer. Por otra parte es harto conocido que donde hay paz hay amor y donde hay amor está Dios, y donde está Dios no pueden ni siquiera plantearse la posibilidad de pleitos, ofensas, episodios de crispación y violencia, en fin el amor, la paz y Dios son la garantía de una buena vida familiar, conyugal y social. En cuanto la mujer se le ordena según la palabra de Dios, que deben someterse a sus maridos. Esto no significa en modo alguno la negación del principio de igualdad entre hombre y mujer. Hombres y mujeres son iguales no sólo ante la ley si no lo que es más importante frente a Dios. No obstante es de justicia aclarar que éste sometimiento no significa la esclavitud de la mujer, ni la sumisión, ni la pérdida de todos sus derechos, válida y justicieramente logrados. Lo que significa es que en la familia existen dos cabezas visibles: el hombre en el cual se ha dejado descansar la autoridad de la familia y por otro lado está la mujer, que por naturaleza es madre y esta condición la insta a tener una participación activa en la conducción de la familia, sólo que, en otras vertientes. Ambas figuras: hombre y mujer se complementan. El hecho de que la autoridad descanse en la cabeza del hombre no traduce en la sumisión de la mujer, que pierda su necesario e importante papel de colaboradora, conjuntamente con el hombre en la toma de decisiones que afecten a la familia. Solamente así ha de entenderse tal sometimiento.
Esposas sométanse a sus maridos como corresponde en el señor. Maridos amen a sus esposas y no se disgusten con ellas. Hijos obedezcan a sus padres en todo, porque eso agrada al señor. Padres no sean demasiado exigentes con sus hijos no sea que se desanimen, esto agrada al señor. Hijo de Dios, señor Jesús sé guía de nuestra familia, ayúdanos a obedecer tu palabra, para que nuestro hogar sea feliz y santo, sé tu siempre nuestro huésped invisible”. (Tomado de: ORACIÓN: “FAMILIA UNIDA “. POR: PROF.DR MERVY ENRIQUE GONZÁLEZ FUENMAYOR. Maracaibo-Estado Zulia-Venezuela-América del Sur. Impresa el día jueves 08 de Mayo de 2008, Hora: 09:12 p.m. Tomada de su versión original: Lunes 25 de mayo de 1998).



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"LA NATURALEZA ES SABIA AL ESTABLECER IGUALDADES,SIMILITUDES Y DIFERENCIAS, ELLO TAMBIEN ES VÁLIDO PARA MUJERES Y HOMBRES".MEGF.(LUNES 12 ABRIL 2010).


Para citar este artículo: si se tratase del caso ejemplificado
GONZÁLEZ FUENMAYOR, Mervy Enrique .El Ejercicio del Principio Inquisitivo: ¿Ofrenda a la Ética o a la Justicia?. Maracaibo, Venezuela La Universidad del Zulia. 28-Enero-2009. Disponible en: http://www.inemegf.blogspot.com)
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1.-REQUISITOS DE LA CITA ELECTRÓNICA.
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2.-REQUISITOS DE LA CITA A PARTIR DE LA VERSIÓN IMPRESA O DE AQUELLA QUE SIN HABER SIDO PUBLICA, FORMA PARTE DEL PATRIMONIO DE LAS INSTITUCIONES ACADÉMICAS, EDUCATIVAS, CULTURALES O DE LAS DIVERSAS BIBLIOTECAS.
¿ Como citar la versión impresa? Primero.- : datos del autor: GONZALEZ FUENMAYOR( los apellidos del autor todos en mayúsculas) y luego los nombres( solamente la primera letra en mayúscula ) Mervy Enrique. Segundo.- El titulo( entrecomillado y todo en mayúsculas ) del articulo, nota corta, reflexiones, oraciones etc. ejemplo “CUARTILLA A MARACAIBO” .Tercero.- El lugar de publicación o impresión( Ciudad y País ) ejemplo Maracaibo-Venezuela, o Bogotá-Colombia. Cuarto.-La editorial que lo imprimió o diseñó: ejemplo: Vadell Hermanos Editores (la primera letra en mayúscula).Si lo que se va a citar se encuentra presentado a alguna Institución biblioteca d académica, educativa, organizaciones publicas o privada, y/o permanece en alguna(s) biblieca(s), o acaso ese material a citar no se ha impreso o publicado, entonces se coloca el nombre de esa Institución u Organización, Biblioteca, etc. ejemplo. La Universidad del Zulia, La Organización de Naciones Unidas, Biblioteca Central del Estado Zulia, etc. Quinto.-Se coloca el año de presentación, impresión o publicación. Ejemplo: año 2008. Sexto.-El total de las paginas del artículo, notas, reflexiones etc. el numero de las paginas consultadas .Ejemplo: Articulo de 35 paginas. Consultadas: 28-32.

sábado, 9 de junio de 2012

POCA TINTA: LA MUJER ISLÁMICA

POCA TINTA: LA MUJER ISLÁMICA: LA MUJER ISLÁMICA Según el Corán, Alá concede la igualdad al hombre y a la mujer, los mismos derechos, virtudes y obligaciones. Pero l...

martes, 17 de abril de 2012

"MUJERES MALTRATADORAS"











La mujer maltratadora
El tabú silenciado
ARTÍCULOS
José Luis Cano Gil - Psicoterapeuta y Escritor

Todos conocemos el grave problema del maltrato psicológico y físico de las mujeres por parte de muchos hombres. Sin embargo, hay también otra desgracia, extremadamente frecuente, que es la violencia psíquica (y también física) de la mujer contra el varón. Contra su pareja. Como ya existe abundante información sobre el primer tema, examinaremos aquí con algún detalle el segundo -un drama tabú-, a fin de obtener una visión más completa del maltrato doméstico.
(1)Es un hecho que, para desdicha de sí mismas y de quienes las rodean, numerosas mujeres se casan no tanto por amor a su pareja -y ni siquiera desde un amor al hombre en general o con suficiente aptitud para la convivencia o la maternidad-, cuanto por motivos neuróticos o conveniencia práctica (necesidad de huir de su familia,  soledad, embarazo no deseado, interés económico, imitación o presión social, etc.) (2). Es fácil entender que, desde tales premisas, tras las primeras semanas de romance y en cuanto la mujer "toma posesión" de su nueva situación de casada, muchas de ellas comenzarán a descargar sus amarguras inconscientes sin resolver contra su chivo más cercano: su marido. (Los hijos son víctimas propiciatorias aún más fáciles, pero éste es otro tema
(3). Comenzará así la pesadilla oculta de los hombres maltratados.

La conducta de estas mujeres es siempre la misma: culpan de forma exclusiva, desproporcionada y permanente a sus maridos de los problemas inherentes a toda convivencia, presentándose ellas mismas como las "víctimas" ajenas e inocentes de los siempre "graves" defectos de su pareja. No hay diálogo, no hay autocrítica, no hay humildad, no hay disculpas; la percepción de la mujer siempre es inequívoca y furiosa: "¡es por tu culpa, eres un egoísta, eres un inútil, eres un idiota, eres un desagradecido!", etc.; y desfoga contra él toda su rabia y su desprecio. Si el marido se muestra cariñoso: "¡eres un pesado, eres un crío, siempre estás con el sexo, sólo piensas en ti!", etc. Si se defiende hostilmente: "¡a mí no me hables así, qué te has creído, te denunciaré!", etc. Si se repliega para protegerse: "¡sólo vas a lo tuyo, me tienes abandonada, nunca me has querido", etc. Y si el hombre, demasiado inmaduro y dependiente de la figura femenina -su fantasía maternal y sexual-, renuncia definitivamente a sí mismo y se somete patológicamente a su mujer, entonces ella aún lo desprecia más: "¡eres un blando, un inepto, un calzonazos, me das asco!" De modo que, haga él lo que haga, ella siempre encontrará la manera de deformar la realidad para justificar su compulsiva necesidad de agredirlo y humillarlo. (4)En los casos leves, estas mujeres son simplemente mandonas, exigentes, manipuladoras y desdeñosas con sus parejas
(5). Cuando, en cambio, su narcisismo ya es patológico (p.ej., sufren un verdadero trastorno de personalidad, etc.), su violencia emocional resultará terrible y también puede ser física (bofetadas, arañazos, patadas, golpes con objetos, amenaza con objetos punzantes o armas, etc., e incluso homicidio). Pero no suelen hacer nada para separarse de sus "odiadas" víctimas; ni tampoco renuncian a los bienes -dinero, lujos, prestigio social, amistades- que aquéllas puedan proporcionarle. Por otro lado, algunas de estas mujeres, aun pudiendo trabajar, no quieren hacerlo; o, si trabajan, guardan su dinero para sí mismas negándose a veces a compartir los gastos domésticos. Argumentan que el marido debe mantenerlas en "justa compensación por lo mucho que sufren por su culpa", o porque "ya hacen bastante cuidando de la casa". Al margen del machismo implícito en tales excusas, vemos claramente que su pretensión de "lavar" con dinero los asuntos conyugales y neuróticos o, digámoslo sin ambages, su afán de castigar o vengarse del marido beneficiándose de su dinero-, no evidencia sino su deseo inconsciente de vivir a sus expensas, es decir, de depender y explotarlo emocional  y económicamente (7). Cuanto más dinero gana el hombre, más feroz puede ser dicha dependencia explotadora.

Ante semejante situación, muchos hombres buscarán consciente o inconscientemente el amor y el sexo en otra parte, es decir, tenderán a ser infieles. Cuando son descubiertos -lo que suele ocurrir, a veces porque ellos mismos buscan inadvertidamente el castigo que creen merecer-, la brutalidad se cierne sobre ellos. La esposa engañada, fuera de sí, gritará: "¡ajá, ya lo sabía yo, eres un cerdo, todos los hombres sois iguales, ¿quién es esa p...?, ¡ella se va a enterar!", etc.; y escenificará todo tipo de escándalos familiares y públicos, manipulará y se entrometerá en las vidas de terceros, etc. La exageración de su respuesta dependerá también de su educación, su familia y su clase sociocultural.

Ahora bien, ¿son los celos o el dolor ante el posible abandono lo que motiva estos estallidos, como ellas creen? En absoluto. Lo que sufren estas mujeres es la humillación insoportable de su narcisismo burlado, y la no menor frustración de haber perdido el control absoluto sobre la vida y la conducta de su marido. Éste no sólo ha escapado del redil -aunque sea brevemente-, sino que la otra mujer podría quitar a la esposa el cetro de su dominio patológico. Y si esto llegara a suceder, ¿cómo podría sobrevivir emocional y económicamente la maltratadora? Hay un fondo de terror y envidia en la furia de la engañada. Llegada a este punto, puede reaccionar de dos maneras principales: o aumentará sus malos tratos contra el marido durante meses (por mucho que éste vuelva a su lado y se disculpe continuamente), o exigirá el divorcio inmediatamente. Ambas reacciones demuestran su nulo interés inconsciente por comprender y reparar el matrimonio. Los procesos legales de separación tenderán a ser extremadamente conflictivos, abusivos y, a veces, con la alianza del prejuicio social -que hoy favorece ideológicamente a la mujer- cruelmente injustos contra el varón.

Muchos hombres, naturalmente, no soportarán este infierno (8). Algunos buscarán alivio en el alcohol, las drogas, la prostitución, el trabajo o los amigos -dando así más pábulo a su mujer-, o desarrollarán trastornos psicológicos (depresión, problemas laborales y sociales, dificultades sexuales, etc.), sin atinar, desde luego, a divorciarse. Pese a sus tormentos, siguen siendo infantilmente dependientes de su verduga, a la que sienten inconscientemente como una madre justiciera que, en realidad, "suele tener razón y les da su merecido" (9). Son hombres inmaduros, depresivos, inhibidos, sin autoestima -aunque pueden tener gran éxito en lo profesional y social-, y sufren en secreto hasta que se sienten definitivamente confundidos, culpabilizados, anulados por la esposa. Ya no saben qué sienten, qué piensan, qué desean hacer ellos mismos -y no la voz dictadora- con su matrimonio y con su vida.

No les cabe esperar ninguna comprensión por parte de la sociedad, que contempla su problema con indiferencia, incredulidad o humor. Después de todo, ¿no es perfectamente normal -y muy "latina"- la relación entre la mujer "de carácter" y el pobre diablo sumiso? ¿No se explicaron siempre chistes e historias,  e incluso se realizaron grandes obras de arte al respecto? Además, ¿no es cierto que es feo quejarse, y que "los hombres no lloran", y que "las mujeres son más sensibles y amorosas que los varones"? "Mientras la sangre no llegue al río".... Así, paradójicamente, tanto por prejuicios machistas como feministas el tormento emocional masculino, simplemente, "no existe".

El tabú de la mujer maltratadora no sólo es perjudicial para los hombres sino también, obviamente, para las propias mujeres, que jamás llegan a concienciar y resolver su neurosis. No son tiránicas porque sean "malvadas", sino porque nunca dejaron de ser niñas solitarias y desesperadas. Por muchas razones, casi siempre su infancia fue vacía, desdichada, llena de desamor e incluso malos tratos. Aunque cambiaran mil veces de marido, mil veces volverían a utilizarlo para exorcizar sus demonios, que sólo largas y costosas terapias podrían erradicar. Pero no las harán pues, en definitiva, ellas no tienen ningún motivo para cambiar; es el hombre quien paga -en este caso- el precio más caro. De modo que, en general, tendrá que ser sólo él quien, con ayuda de psicólogos y/o abogados, luche por su felicidad.

Ojalá, en fin, este artículo contribuya un poco a bosquejar la magnitud de un problema que, por negado, es doblemente dramático (10).

© JOSÉ LUIS CANO GIL
Psicoterapeuta y Escritor
Año 2008
  
© Se admite la reproducción de este artículo, citando al autor y la URL correspondiente.



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