jueves, 10 de noviembre de 2011

MUJER Y TRABAJO

















MUJER Y TRABAJO EN EL SIGLO XX.
- La consolidación de un proceso -. (1950 hasta hoy.)
Acabada la II G. M. Resurgen las campañas ensalzando el prototipo del ama de casa, va a ser un fracaso. La etapa de desarrollo económico impulsa el empleo, el consumo y la construcción del estado de bienestar. La mujer ha participado de esta evolución consolidado una presencia entre la población activa.
Se produce un nacimiento del número de mujeres trabajadoras. Desde 1984 hasta nuestros días hay dos trabajadoras por cada tres hombres, trabajadores.
El empleo femenino se ha visto menos afectado por las etapas de depresión. En dichas etapas se pensará que la solución a este problema pasa por reducir su presencia en el mercado laboral, se trasvasa mano de obra femenina hacia sectores más precarios, como los empleos a tiempo parcial y los temporales.
La razón del aumento de asalariadas hay que buscarlas en la confluencia temporal de una serie de cambios. Son los siguientes:
DEMOGRAFICOS: Se produce una caída de la natalidad y se concentran los nacimientos en unos años determinados, permitiendo a las esposas reincorporarse a la actividad productiva una vez criados los hijos o retrasar su concepción hasta consolidar su carrera. Por otra parte crece la población femenina en edad laboral(15-64 años)
ECONOMICOS: El fuerte desarrollo del sector terciario se acompaña de un creciente empleo de mujeres. Las familias necesitan mayores aportes salariales. La participación laboral de la mujeres es mas importante en los países con PIB alto, porque las necesidades subjetivas son mayores.
SOCIALES: Se eleva el número de quienes viven solas o se convierten en cabeza de familia debido a divorcios y separaciones. Ambas precisan una actividad remunerada. Por otra parte, con la aparición de los electrodomésticos que reducen el tiempo en las tareas domésticas, muchas mujeres desean formar parte del mundo laboral.
Las necesidades generales y la actitud de las interesadas propician un cambio sustancial en la imagen de las trabajadoras. La mujer activa recibe ahora mayor consideración que el ama de casa.
Hay que citar también, entre las razones que favorecen la inserción femenina en el mundo del trabajo lo siguiente: el fin de las prohibiciones legales de ejercer ciertas profesiones (magistratura, ejército, diplomacia, etc,) las presiones del movimiento feminista y los logros educativos de periodo.
También es verdad que esto no se ha dado en todos los países, pues sus factores sociales, culturales, políticos o económicos no han ayudado a la mujer a desarrollarse en el ámbito laboral.
A.- RASGOS DE UNA PRESENCIA
La presencia en el mercado de las empresas a partir de los 50 es una mezcla de elementos heredados y de cambios que se producen poco a poco. Los argumentos familiares mantienen el liderazgo, para aumentar el presupuesto familiar y dar a los hijos mejor formación. Ya no son los únicos. Mujeres acomodadas afirman trabajar por gustarles su profesión, cortar el aburrimiento en casa o ser independientes.
La discriminación en ocupación y salarios se han mantenido, pero se ha visto favorecida porque la mayoría de las mujeres se han incorporado en los sectores considerados femeninos.
Los efectos negativos y la sensibilidad social hacia la injusticia que representa, han llevado a que muchos estados desarrollen políticas intervensionistas. Primero, se quiso conseguir la "igualdad de trato" a la hora de obtener un puesto, más tarde, "igualdad de oportunidades". En el ámbito de los salarios, la idea de "igual salario a igual trabajo", se convierte en compromiso.

A partir de los 60, viendo que las diferencias persistían, se reformuló el principio como "salario igual a trabajos de valor comparable". El problema es establecer esa equivalencia.
Esta legislación a favor de la igualdad no ha evitado que persista un claro desajuste entre ley y realidad. Los problemas son múltiples: falta de claridad en el contenido de las normas, ámbito de aplicación restringido, inadecuado sistema de reclamaciones, etc Algunos países han tratado de evitar esto con otras leyes de igualdad o encargando a ciertas comisiones como el Defensor del Pueblo. Lo cierto es que hasta que esto no sea defendido por todos los agentes sociales del mercado no se hará realidad.
Se han dado cambios que han afectado a la población activa femenina. Cabe señalar: cambios de efectivos de unas ramas productivas a otras, significación otorgada a la carrera profesional, etc.
Por otra parte, los deberes familiares y su desigual reparto entre los sexos obliga a las mujeres a detener su actividad con más frecuencia.

B.- EMPLEO Y DESMPLEO FEMENINO-.
El crecimiento del número de trabajadores ha correspondido protagonizarlo más a las mujeres.
Para 1970, las asalariadas significaban, respecto a la población femenina, el 46’3% dentro de la OCDE. Para 1994 alcanzaban el 60’7%. El aumento afecta e todos los países, excepto a Turquía. Además, Bélgica, Irlanda, Grecia, Italia y España no alcanzan las medidas señaladas. Las mayores tasa se alcanzan en Suecia ( 74’4%), le siguen Dinamarca, Noruega y EE.UU.
Igualmente ha crecido el peso de las trabajadoras dentro del total de la población activa. En 1970 significaban el 33’6% y en 1994 el 41’9%. Hasta 1960, la mayoría de las trabajadoras eran jóvenes y solteras. La línea se elevaba a los 20 años para a continuación iniciar un descenso. En los decenios siguientes la edad de incorporación al trabajo se retrasa; esto no sucede en países como Portugal e Italia.
Las principales consecuencias de esta evolución son: el mayor peso en la actualidad de las obreras de entre 25 y 54 años dentro del total de activos y el acercamiento en las tasa de actividad de los sexos entre la población más joven.
También, se dan cambios en la distribución de los activos por estado civil, se prohíbe el trabajo infantil y demora el ingreso en el mercado laboral de los jóvenes. Las casadas se sienten incentivadas a intentar compatibilizar deberes domésticos y laborales por las oportunidades que les ofrece su mejor cualificación. Surgen instituciones públicas y privadas dispuestas al cuidado de los niños; lo importante ahora es la educación. No obstante, los hijos siguen determinando la presencia de las casadas entre la población activa. En general, son más numerosas las que carecen de obligaciones maternales que quienes las tienen.
Estadísticamente, en 1990 más de la mitad de las mujeres casadas, dentro de los países de la OCDE, perciben un salario; Exceptuando Irlanda, Italia y Países Bajos.
Una evolución similar a las cifras de población ocupada, presentan las del desempleo. Hasta los años 60, las tasas de desempleo masculino y femenino son iguales. Durante los 70, se eleva el porcentaje de desempleadas y la distancia sigue creciendo durante el decenio siguiente. En 1990, en la OCDE, el paro femenino es del 8% y el masculino de 5’6%.Del 90 al 95 la tasa de las mujeres crece un punto menos que la de los hombres. La evolución por países nos muestra que en 1980, un tercio de ellos superan la media establecida para el conjunto de la OCDE. En los 90 lo hacen casi la mitad. A la cabeza se encuentra España y en el lado opuesto Finlandia, Irlanda y Reino Unido.
Con respecto al conjunto de población que busca trabajo, las mujeres representan casi la mitad para 1994.

Las razones del mayor paro femenino hay que buscarlas en la extensión de la oferta de la mano de obra y en formación recibida por sus integrantes.
Entre las paradas durante los años de estudio, predominan las comprendidas entre los 15 y 24 años, cifra que suele duplicar a la del grupo siguiente, 25-54 años. Normalmente los periodos de desempleo de las mujeres son más numerosos que los masculinos, pero menos largos.
C.- LOS SECTORES ECONÓMICOS A TRAVÉS DE LA MUJER-.
El aumento cuantitativo de trabajadoras no se va a traducir en un desarrollo paralelo de su peso en el mercado. La fuerza de la tradición y el pensamiento socialmente mayoritario sobre las capacidades del sexo femenino van a dirigir a sus integrantes hacia determinadas profesiones.
Las tres cuartas partes de las activas se dedican al sector servicios. En este aspecto como procesos más significativos señalaremos: la imparable perdida de mujeres por parte de la agricultura y del servicio doméstico, el mantenimiento de las cifras de quienes se dedican a la manufactura el crecimiento notable del sector terciario y el acceso a profesiones y puestos superiores
C.1.-Del campo a la fábrica
Las actividades industriales ocupaban, en 1970, a una cuarta parte de las trabajadoras. En 1990 sólo representan el 16’4%.
Si tratamos de analizar el reparto por sexos de la población activa industrial, vemos que las mujeres han representado algo más de una quinta parte, y, como en la agricultura, han incrementado su peso, por las crisis del periodo, que afectaron más a las ramas ocupadas por los hombres.
Por ramas, las industrias de transformación reúnen el mayor número de trabajadoras, manteniendo un lugar destacado el textil, vestido, alimentación, calzado y tabaco. Los puestos que suelen reservarse a las mujeres son los rutinarios, reiterativos, sedentarios, manuales más que mecanizados, con pocas responsabilidades y escasa posibilidades de promoción. Las trabajadoras presentan una vida profesional más discontinua y una formación más inadecuada, por las deficiencias de los sistemas educativos y las barreras que se mantienen para el acceso a ciertos aprendizajes. La aplicación de las nuevas tecnologías revolucionó la organización del trabajo.
Las principales causas de las menores retribuciones percibidas por las mujeres son las barreras puestas a su promoción, el método de evaluación de empleos, las interrupciones que sufre su trabajo y los prejuicios sociales. A pesar de todo, desde 1950, los salarios percibidos por hombres y mujeres se ha
C.2.- El mundo de los servicios-.
La expansión del sector terciario desde el final de la II Guerra Mundial hasta hoy se convierte en el gran impulsor del empleo femenino. Desde el punto de vista numérico, las mujeres empleadas en las distintas ramas terciarias representaban casi los dos tercios del total de la población activa femenina para 1970. Para 1990 las mujeres significaban el 49’6% de la población ocupada en actividades terciarias.
Puede decirse, que el servicio doméstico tradicional ya no significa la reserva de empleo que antes ni si quiera es contemplado en las estadísticas internacionales. Sí lo están los servicios comunitarios, sociales y personales, que han absorbido, durante el periodo que analizamos, a más de la mitad de las trabajadoras del sector.
Los restaurantes y hoteles son otro ámbito que se desliza hacia la contratación femenina, juntos ocuparon, en 1990, casi a un tercio de las trabajadoras del sector terciario.
En el mundo de la enseñanza, continua el dominio femenino de la primaria. En la universidad, los integrantes de este sexo tienen menos peso(más en carreras humanísticas que en las científicas o técnicas.) De las restantes profesiones liberales, las relacionadas con el campo de la salud tienen una creciente participación de la mujer.
La segregación ocupacional de los sexos es también un hecho en los servicios, algo menor que respecto a la industria.
En el sector privado, la educación recibida y la fuerza, siguen siendo elementos clave para decidir el puesto; Ninguno de los dos es favorable para la mujer. Las que llegan a desempeñar cargos de altos niveles en la administración pública, sólo eran, en 1990, el 3% de la población activa femenina.
En las empresas privadas, es mayor el porcentaje de mujeres en trabajos no cualificados que en los cualificados.